El mercader empobreció y se vio obligado a vender sus
propiedades. Se despidieron de los criados y amas que antes les habían servido
y se mudaron a vivir a una humilde y precaria cabaña.
Más, si las hermanas mayores no olvidaban su ociosa forma de
vivir sin reparar en la realidad, la menor (Bella) realizaba las labores de
casa y se sentía muy bien porque con esto ayudaba a su padre caído en desgracia.
Por esos días llego una carta al padre de Bella en la que le
ofrecían en una ciudad lejana.
Esto le alegro la vida, por lo que se animó a decirle a la más hermosa de sus hijas: Bella mía, ¿Qué regalo deseas que te traiga cuando vuelva?”
Esto le alegro la vida, por lo que se animó a decirle a la más hermosa de sus hijas: Bella mía, ¿Qué regalo deseas que te traiga cuando vuelva?”
Iba a pedir, pero sus hermanas la atropellaron:
“¡para nosotras unos lindos vestidos!”.
Después Bella añadió:
“padre yo solo quiero la rosa más linda del mundo”.
Luego de realizar su trabajo, volviendo a casa, el mercader se
extravió en el bosque. Se subió a un árbol y observó un gran castillo. Llegó y
sus puertas estaban abiertas. Ingresó, hallando la cena servida y una alcoba
para reparar su cansancio.
Al otro día su desayuno estaba servido. Paseó por el jardín de
donde arrancó la rosa más hermosa. Fue allí que se asomó la presencia de un ser
monstruoso: “¡Maldito! -grito-. Te doy comida y reposo, y tú me pagas robando
mis rosas”.
Lo sentenció a muerte, pero luego desistiría: “Te perdonaré -le
dijo el monstruo- si me traes al primer ser que salga a recibirte al llegar a casa”.
Pensó timarlo y aceptó. Al retomar a casa fue Bella quien salió
a recibirlo. El mercader se lo contó todo y su hija le dijo que debía cumplir
con lo prometido.
Conoció al monstruo y Bella le expresó su rechazo; sin embargo,
respetó el trato y se quedó a vivir con él. Fueron unos días hermosos porque el
monstruo exhibió su gran corazón y la trató como una reina. Pero huía de él si
quería hablarle de amor.
Avisaron a Bella que su padre estaba grave y esta suplicó al
monstruo que le permita verlo. El aceptó, dándole un anillo con virtudes
mágicas.
Su padre sanó con solo ver a su hija. Pasaron los días y Bella
sintió que extrañaba la presencia del adorable monstruo. Frotó el anillo y vio
una tumba.
Corrió al castillo y lo halló muriendo de pena ante su ausencia.
Lo beso diciéndole que lo amaba y reviviendo, el monstruo se transformó en un
bello príncipe azul. Se casaron, tuvieron muchos hijos y fueron muy
felices.
Autor:Linda Woolverton
FIN
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