Gepetto era un excelente carpintero. Una noche, al terminar un
gracioso muñeco de madera, se quedó profundamente dormido. Una gran sorpresa le
guardaba.
¡Despertó y el muñeco tenía vida!, pero lo tenía al frente.
Desde ese momento quiso cuidarlo como a un niño. “Te llamare Pinocho e irás al
colegio”, le dijo Gepetto. Al día siguiente le compro sus libros y lo envió a
la escuela del pueblo. Suspiró, pensando que Dios le había enviado el hijo que
nunca tuvo.
En un descanso de la escuela Pepe Grillo, se presentó ante
Pinocho y le dijo: “Tengo que cuidarte; no obstante, ter castigaré si mientes o
cometes travesuras”.
Pinocho rio confiado y se escapó de clases, uniéndose a dos
rufianes: don Zorro y el Michi; con quienes vagó hasta llegar al puerto. Unos
sujetos iban a robar en el barco de Barbanegra; mas, al ser descubiertos huyen
y el pobre Pinocho fue capturado.
Barbanegra estuvo a punto de cortarle el cuello, pero se apiadó
ante el llanto del inocente muñeco.
Ya libre, volvió a juntarse con los malos amigos, quienes lo
obligaron a vender sus libros para regresar a casa. Hecho el trato, don Zorro y
el Michi huyeron con el dinero, dejando a Pinocho en la más penosa soledad.
Entonces se le volvió a presentar el buen Pepe Grillo y esta vez
lo amenazó: Te portaste mal y mentiste, de ahora en adelante te crecerá la
nariz cada vez que mientas”.
Lloroso Pinocho retornó a la escuela y, cuando el maestro
preguntó por su ausencia, le mintió al decirle que estuvo muy enfermo. Su nariz
creció un tanto y sus compañeros no paraban de burlarse.
Más triste aun, escapó de nuevo y vagó por las calles, siendo
avistado por un sujeto que no dudó en llevarlo con el encerrado en una jaula.
“Serás sensación en mi circo, pero te pagaré solo con comida”,
advirtió el sujeto, sorprendiéndose al ver que las orejas también le crecían.
“¡Está embrujado!”, gritó y lanzó la jaula a las frías aguas del
mar. Pinocho creyó morir ahogado, pero una fuerza descomunal lo elevó por los
aires. Al calmarse todo; quiso ver en medio de la oscuridad: ¡sorpresa! Estaba
dentro de una ballena y lo acompañaba su gran amigo Gepetto, quien había sido
tragado por el mar durante un terrible maremoto. Juntos pidieron a Dios que los
salvara y sus suplicas dieron resultado.
Autor:Autor Carlo Collodi
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Pinocho
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Pinocho
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